En los últimos tiempos, el uso de tecnología, como así también de las aplicaciones para teléfonos inteligentes, han demostrado ser nuevas herramientas para el tratamiento del equipo de salud.
Si bien, el simple hecho de tener un dispositivo o una aplicación no cambia los resultados a menos que el ser humano se involucre con ellos. El respaldo por parte de los equipos interdisciplinarios para su uso y selección, mediante la educación y capacitación continua es fundamental (ADA; 2021).
Los consensos internacionales ya incluyen el uso de apps y herramientas tecnológicas para el manejo de la diabetes. El problema siempre, es el acceso y la equidad.
El glucómetro capilar permite hacer mediciones de glucosa en momentos puntuales, siendo limitado y brindando la “foto” de la situación, esto muchas veces es insuficiente para poder tomar decisiones del tratamiento y/o conducta. La llegada de los monitoreos continuos (MCG) (que cada vez cuenta con más usuarios- adeptos), vino a brindar información valiosísima para poder realizar intervenciones médicas y nutricionales. Cuando se habla de MCG, es de cualquiera de los que exista en el mercado, sistema flash, continuo, asociado a dispositivos o no.
Evidencian lo que “no se veía”, brindando “la película completa”; donde puede obtenerse la glucemia cada cinco minutos, la curva, su tendencia y su patrón (o no). Sus mediciones incluyen los periodos postprandiales, las dispersiones y las hipoglucemias; pudiendo obtener variabilidad y dando información más real y concreta que la HbA1c; ofreciendo también el tiempo en rango (70-180).
Con las curvas de MCG puede analizarse tanto en conjunto, como por separado muchos de los factores que están relacionados con la glucemia y así poder realizar cambios en tratamiento, terapia y alimentación, teniendo así un tratamiento más flexible; adaptado al día a día y no al revés. Logrando así, menor carga mental y más adherencia, con su consecuente mejor control metabólico.
Los MCG destacan y resaltan los miles de factores que atraviesan a la diabetes, pero además la variación interindividual que generan los alimentos en sí; como también lo que sucede en los diferentes momentos del día, como ser glucemias en ayunas; impacto del desayuno, glucemias de la última parte de la tarde, etc; o de los diferentes momentos biológicos por los que atravesada la diabetes, como por ejemplo la niñez, adolescencia, embarazo, etc.
Dentro de lo que un MCG permite analizar desde la alimentación están:
- La anticipación (o no) de bolo, cuanta más alta es la glucemia, además más debería ser esta anticipación. El uso de las nuevas insulinas ultra rápidas y su impacto
- La velocidad de absorción de ese alimento a través del índice glucémico del alimento, pero principalmente la carga glucémica del mismo, que está relacionada con la cantidad ingerida del mismo
- El conteo y/o ratio, es decir cuántos gramos de hidratos de carbono están cubriendo una unidad de inulina rápida
- La sensibilidad, cuantos mg/dl de glucemia baja 1 unidad de insulina
- La hiperglucemia tardía que generan las grasas asociadas a hidratos
- La necesidad (o no) de sumar insulina para el consumo de proteínas (solas o asociadas a hidratos)
- El impacto antes, durante y después de la actividad física.
Grafico 1: Ejemplo de grafica de MCG flash, de bolo de comida no anticipado, con su hiperglucemia posterior
Grafico2: Ejemplo grafica sistema hibrido con basal automático, de alimento con HC + GR, donde se divide en dos el bolo para mejorar la gestión de la hipergs tardía que se produce con la ingesta de estos alimentos.
No cabe duda que contar con MCG “facilita” la tarea, pero es necesario saber leer esos datos y tomar conducta, accionar. Para esto es necesario un paciente empoderado, esto es ir más allá de la educación y recordar que la educación es la base y es un proceso continuo, como también un equipo inter-disciplinario, trans- disciplinario, actualizado.
Martina Llaneza
Lic. Nutrición (MN 5844 MP 9347)
Esp en diabetes
CONTACTO: martinallaneza@gmail.com
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